Corneja común

Corneja común
(Corvus corone)
Adaptable, bulliciosa y extremadamente acomodaticia, la corneja es una de esas aves a las que siempre precede una injustificada mala fama, acusadas de devorar las cosechas y de predar sobre las especies cinegéticas, razón por la que han sido perseguidas durante siglos, olvidándose su beneficioso papel como controladoras de plagas agrícolas. A pesar de todo, este córvido resulta frecuente en la práctica totalidad de la Península, particularmente en la mitad norte, donde ocupa todo tipo de hábitats.
Identificación
Este córvido luce un plumaje homogéneamente negro —con algunos reflejos metálicos en la cabeza, las alas y el dorso—, el mismo color que exhibe en las patas y en su robusto pico (dibujo 1). Puede confundirse a cierta distancia con el cuervo, si bien posee tamaño menor; alas más cortas, anchas y redondeadas; cola más corta y de borde casi recto (dibujo 2); y una forma de vuelo diferente, en la que predominan los aleteos lentos y constantes. Por su tamaño y diseño se asemeja a los juveniles de graja, aunque la corneja cuenta con un pico más robusto y romo. A pesar de que estas aves pueden verse tanto solas como en parejas, no resulta infrecuente que se reúnan en bandos de cierta magnitud, allí donde abunde el alimento, o en dormideros.
Canto
La corneja común, como en general todos los córvidos, muestra una amplísima gama de manifestaciones sonoras, con las que expresa una gran variedad de información. Sin embargo, su sonido más característico es un duro y metálico arr o un grave kraar. En vuelo suele emitir una secuencia más apagada: klok-klok-klok.
En el mundo
Hasta tiempos muy recientes se consideraba que en Europa existían dos subespecies, corone y cornix, esta última denominada corneja cenicienta y extendida por Europa oriental. Dado que recientemente ambas se han separado para constituir especies independientes, la distribución europea de la corneja común ha quedado restringida a la mitad occidental del continente. En el resto del mundo se localiza en buena parte de Asia, llegando hasta Mongolia, China y Japón, aunque evita las regiones más extremas de Siberia.
En España
La especie se extiende de forma bastante homogénea por toda la mitad norte peninsular, a excepción del litoral mediterráneo catalán. En la mitad sur, sin embargo, resulta mucho más escasa y localizada, faltando del cuadrante suroccidental, así como del resto del litoral mediterráneo. Las poblaciones más meridionales ocupan principalmente una franja territorial que comprende el sur de Cuenca, Albacete y las sierras de Jaén, Granada, Almería y Murcia. Se halla ausente en ambos archipiélagos, así como en Ceuta y Melilla.
Desplazamientos
Se trata de una especie principalmente sedentaria, que no realiza en ningún caso desplazamientos de amplio alcance.
Población
En Europa se calcula que existen 6,1-20 millones de parejas reproductoras, de las que en España contamos con unas 310.000-530.000. Las mejores poblaciones dentro de la Península se encuentran en Galicia y Castilla y León. La tendencia poblacional parece en general estable o ligeramente positiva, según indican los resultados obtenidos por el programa de seguimiento para el periodo 1998-2005.
Hábitat
Uno de los aspectos que caracterizan a este pájaro es su versatilidad en todos los sentidos, lo que le permite ocupar con éxito una gran diversidad de ambientes, desde las costas cantábricas hasta los puertos de montaña por encima de los 1.800 metros, pasando por bosques densos, páramos y llanuras cultivadas. No obstante, prefiere los medios más o menos abiertos con algo de arbolado, cultivos, pastizales y sotos ribereños.
Alimentación
Como la mayoría de los córvidos, se trata de una especie oportunista y omnívora, la cual se adapta a los recursos que le ofrece el medio en cada momento. Gracias a ello puede alimentarse de una gran variedad de recursos, desde invertebrados hasta fruta, pasando por semillas y pequeños vertebrados, como reptiles y ratoncillos. Resulta muy habitual también que aproveche todo tipo de carroñas, que frecuente basureros y que deprede ocasionalmente sobre huevos y pollos de otras aves.
Reproducción
El periodo reproductor se inicia en el mes de marzo. Cuando se consolida la pareja, ambos buscan un emplazamiento para instalar el nido, normalmente la horquilla de un árbol o incluso un arbusto, a una altura variable, aunque no es infrecuente que ocupen construcciones abandonadas o torres de conducción eléctrica. El nido consiste en una sólida plataforma en forma de cuenco, a base de ramas y palitos, que las cornejas tapizan cuidadosamente con materiales suaves, como lana o musgo, y con otros que parecen tener una finalidad decorativa (papeles, plásticos, etc.). En esta estructura, la hembra deposita —entre mediados de abril y primeros de mayo— de tres a seis huevos, de color azul verdoso y profusamente manchados, que incubará en solitario durante 18 o 19 días. Los pollos son atendidos por ambos adultos. Tras pasar 30-35 días en el nido, realizan sus primeros vuelos, aunque todavía tardan algún tiempo más en dejar definitivamente la plataforma donde nacieron. Cuando esto sucede se organiza un grupo familiar que permanece unido una temporada. Las cornejas, que empiezan a reproducirse a los dos o tres años de vida, solo efectúan una puesta anual.